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Si alguna vez has postergado una tarea porque te daba pereza y luego te has agobiado aún más, te contamos el truco psicológico para que puedas ir avanzando poco a poco sin que te cueste tanto.

El cerebro es todo un misterio y a veces, por mucho empeño que le pongamos, no estamos a pleno rendimiento.

Concentrarnos a veces puede parecer una odisea, pues no siempre la musa de la inspiración llama a nuestra puerta. Así, la pereza puede con nuestras ganas y nos resignamos a seguir postergando, procrastinando y todo lo que implique dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Y es que, de repente, llega un día en el que sí o sí tienes que ponerte a hacer esa tarea que tanta pereza te da. Aquí pueden pasarse una o dos cosas: que tengas mucho estrés y sientas que no avanzas y o que te des cuenta de que en realidad no era para tanto.

Los dichos están para algo, y es que a veces dejar para otro día las cosas por pereza no es una solución, sino un parche en un agujero cada vez más grande. Lo cierto es que nuestra pereza no viene definida por la tarea en sí, sino con nuestra gestión de la misma. Así, hay tareas que son mucho más fáciles de hacer, pero que postergamos sin medida.

¿Por qué a veces hacer una tarea nos da pereza?

La mayoría de las veces nuestra pereza viene generada porque no sabemos cuándo terminaremos la tarea y sabemos que empezar supondrá un no parar hasta que esté realizada. Combatir la pereza es mucho más sencillo de lo que piensas. Puede ser tan sencillo como establecerse un plazo. Sí, como cuando íbamos a clase.

En nuestra época como estudiantes, sin saber cómo, siempre llegábamos a entregar las tareas, estudiar para los exámenes y hacer todo lo que se nos pedía, a veces incluso de un día para otro. Esto puede ser un poco contradictorio porque si hay algo que nos agobia es cuando nos dan un tiempo límite para que un trabajo esté hecho, ¿entonces?
La clave está en buscar el equilibrio entre el estrés de tener un plazo y la tendencia a postergar lo que no es inminente.

¿Cómo podemos combatir la pereza?

Divide la tarea en bloques. Por ejemplo, si tienes que escribir un texto largo, organízate por bloques y ponte un tiempo y/o días para realizarlo. Tu objetivo siempre debe ser optimizar tu tiempo para que la tarea salga en condiciones óptimas sin suponer un desgaste muy importante.

¿Por qué no debe desgastarse? Porque si te das un atracón de trabajo lo más probable es que la próxima vez sigas postergando la tarea porque querrás retrasar lo máximo posible esa situación. Además, dividir una tarea en bloques también te ayudará a tener una idea mucho más clara de cuánto debes tardar en hacer determinadas tareas y bloques, así la próxima vez no postergar tanto.

También tienes que tener en cuenta que muchas veces tardamos más en pensar cómo vamos a hacer algo que en hacerlo en realidad y es que todas las tareas dan primero vueltas por nuestra cabeza antes de ponernos con ellas: esto también forma parte del proceso.

Así, cuando encontramos la inspiración para hacer algo, trabajamos en lo que se conoce como «piloto automático», pues ya sabes perfectamente qué tienes que hacer y todo te resulta más sencillo de lo que imaginabas.